Es difícil ser uno mismo muchas veces, es difícil ser lo que
no eres muchas veces, es difícil respirar y vivir al ritmo de la vida, pero es
mucho más fácil dejarse llevar por ella,
que poner barreras que nos hace el camino mucho más complicado.
Nos empeñamos en sufrir por sufrir, en ver lo malo de las
personas, los errores, acentuar los defectos que tenemos, “auto-lesionarnos”
con palabras, que aunque creamos que las lleva el viento, muchas se quedan
clavadas en el alma, provocando un dolor inmenso difícil de desterrar. Hay
personas que disfrutan y se regodean en su propio dolor, que presumen de él
como de una joya a enseñar, que se duchan todas las mañanas con sentimientos
negativos y dolores antiguos, qué alardean de daños sufridos, de heridas
abiertas sangrantes y algunas… mal cicatrizadas que abren de vez en cuando.
¿Parece mentira verdad? pues sí existen estos especímenes, más
de lo que pensamos, y a veces… muchas veces, no nos damos cuenta que nosotros
mismos pertenecemos a esa “raza” de humanos masocas.
Por eso es mejor ser uno mismo aunque nos cueste, aunque el
dolor crezca por minutos, aunque nos duela demasiado el alma y se nos
atraganten palabras en la boca del estómago, palabras que sabemos a quién van
dirigidas, palabras cargadas de amor, sentimientos, emociones, vivezas,
palabras duras de pronunciar y no por su significado textual, si no por todo lo
que llevan escondidas entres sus curvas, las mismas que dejamos escapar cuando
quien nos lleva es la vida y no la cordura, cuando en el baile quien nos agarra
es el tiempo y no el dolor, la música es
nuestro latido y no estruendos, y la
pista nuestra vida y no el sufrimiento.
Nosotros elegimos, nosotros respiramos, nosotros vivimos,
seamos coherentes y tratemos bien a nuestra vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario