Cuando el cielo está en la tierra, la tierra nos parece el cielo, y en el cielo no existe tierra como para
poder estar juntos, confundimos la realidad y los sueños.
¿Por qué no podemos soñar en la tierra con un cielo real y
dejar que la imaginación y nuestro razocinio, se las apañen solos?, ¿Por qué
siempre hay mentes dispuestas a destruir con sus palabras que tu cielo se
convierta en nubarrones, cuando tú lo ves del azul más puro que pueda existir?
¿Por qué hay mentes tan obtusas y retorcidas, que son incapaces de disfrutar y
sentir lo bueno de un cielo en la tierra? Creo que sé las respuestas a estas
preguntas y a la mayoría de ellas relacionadas con otras mentes… a veces hasta
de mi mente también. Se tiene MIEDO, miedo a creer que ese cielo caiga, que esa
tierra se convierta en agua… y todo se diluya como la lluvia, miedo a no saber
si las nubes que tapan las montañas se disiparán soplando o quedarán perpétuas
sin color alguno, miedo a lo que no se ve y a lo que se ve y no conocemos,
miedo… que se convierte en maneras de vivir lejos de cómo quisiéramos vernos en
realidad, de cómo soñamos años atrás, de cómo nos sentimos.
El reflejo del cielo en la tierra, o la tierra en el cielo,
lo manejamos nosotros, las luces, los colores, los movimientos, las texturas, todo…
todo… podemos controlarlo si realmente nos sentimos seguros de nosotros mismos,
y creemos en que el miedo, es un sentimiento que con una sonrisa de frente se
difumina y desaparece entre nubes en la arena.
Sigamos con nuestro cielo en la tierra.
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